Antes de embarcarnos en la compra de un collar de impulsos eléctricos deberéis tener muy en cuenta la zona en la que vais a entrenar, adiestrar o cazar, y es que no es lo mismo el llano, que el monte o que el bosque.
A mayores irregularidades del terreno y con mucha vegetación arbustiva, el collar pierde alcance-Así un collar con 200 metros de alcance en llano sin vegetación, en un terreno boscoso se nos queda en un tercio de esa distancia. También el desgaste de las baterías ya sean de usar y tirar ya sean recargables va a afectar en la eficacia que busquemos.
Los collares modernos suelen traer una función de “llamada” que consiste en que al apretar el botón en vez de producir calambrazo, produce un sonido agudo. No recomiendo la utilización de esta función ya que para eso ya tenemos el silbato, y hay perros muy sensibles a los sonidos y los distinguen muy rápido, si utilizamos el sonido del collar nos puede condenar de por vida a utilizar el collar, recordad que siempre digo “puede”, no que vaya a ser, repito que no me gusta arriesgar lo más mínimo.
Hay otro tipo de collares de impulsos que tienen una función de “vibración”, para mi eso si es un gran avance, porque nos permite utilizar el collar con perros muy sensibles, muy sumisos y temerosos sin necesidad de castigar constantemente, la vibración les recuerda rápido que se puede convertir en calambrazo.
Después de esta introducción a los collares, lo siguiente que debemos conocer son unas pautas básicas en su manejo.
PAUTAS DE USO
Lo primero que recomiendo al abrir el envase donde viene el collar, es que nos lo pongamos en nuestro brazo, lo conectemos y le demos al botón, probando cada una de las intensidades que seamos capaces de soportar. Esto nos va a facilitar un acercamiento a lo que el perro sentirá. No hablo en broma, lo digo totalmente en serio, es más, lo considero totalmente imprescindible.
Digo acercamiento porque no es lo mismo la piel humana que la de nuestros perros. La piel de los perros es más gruesa pero el grado de sensibilidad es diferente al nuestro y también diferente en cada perro.
En este último punto de la sensibilidad ya entran factores psicológicos que deberemos tener en cuenta a través de la observación y a través de la práctica.
Después de la “auto-prueba” pasaremos a colocar el collar, sin encender y se lo dejaremos puesto durante un periodo de tiempo que llamaremos “de adaptación”. Este tiempo pueden ser 15 días, durante los cuales sacaremos al perro a pasear o seguiremos adiestrando. La finalidad del periodo de adaptación es que el perro se acostumbre a llevar un collar que pesa más y que lleva dos electrodos que le rozan el cuello. La finalidad es que no asocie el llevar el collar con el hecho de recibir una corrección en forma de calambrazo, porque si ocurre esto, condenamos a llevarle puesto el collar de por vida si queremos que obedezca.
No siempre ocurre, la suerte juega un papel en la vida y hay gente a la que le acompaña. No juguéis con la suerte y aplicad el periodo de adaptación, esto no es un juego, no hay porqué arriesgar más de lo necesario. En vez del collar también podemos utilizar en este periodo un “simulador”. Es un collar de idénticas características y peso que el auténtico collar de impulsos pero sin mecanismo, es decir no funciona, no hace nada
En próximos artículos comentaremos como trabajar ejercicios específicos mediante el uso del collar.