En este apartado de nuestro blog iremos publicando artículos y videos sobre aspectos curiosos de los perros de caza y del adiestramiento canino. Artículos, metodologías, casos prácticos, materiales o tendencias en el adiestramiento del perro de caza que nos ayuden a entender y mejorar nuestra relación con nuestros perros.
Una mañana de agosto a eso del mediodía, horario por supuesto, que no solar, reposaba a la sombra con un amigo mientras nos refrescábamos nosotros y a los perros después de algunas horas tras las africanas. Mi amigo estaba preocupado porque su perro no había estado a la altura de otras ocasiones, mejor dicho de otras temporadas. Siempre había presumido de la gran “nariz de verano” que su pointer guardaba como un tesoro, envidia de cualquier cazador que se preciara de serlo.
En sus divagaciones no encontraba explicación ¿sería por el celo? Va a ser eso –meditaba en voz alta- aunque la he sacado poco, con estos calores no apetecía......
Seguro que a más de uno le ha venido a la memoria alguna conversación parecida o lo ha vivido en sus propias carnes,.... siempre buscamos causas, al menos los que se preocupan algo del perro, pero siendo realistas ¿tan poco sabemos del olfato del perro? ¿cómo son las emanaciones que deja una pieza? ¿cómo huele un perro? ¿porqué por alto o porqué por bajo? Intentaré despejar un poco este dilema con ayuda de la ciencia.
La forma del cráneo y del hocico del perro van a ser influyentes en el olfato, de esta forma los perros braquicéfalos (craneo redondo y hocico corto, perros de presa, molosos,...) y los dolicocéfalos (craneo y hocico alargados, galgos y lebreles) tendrán peor o menos olfato que los mesocéfalos (craneo y hocico proporcionados) ya que las cavidades nasales muy cortas o muy largas impiden la correcta conducción de los efluvios odoríferos.
Pero ¿dónde tienen que llegar esos efluvios? Primero debe llegar a la mucosa pituitaria, donde se encuentran las células olfatorias y de ahí al cerebro que será el que “traduzca” ese efluvio ¿de que forma? En forma de imagen. El cerebro en este caso se comporta como un ordenador programado y transforma el olor en una imagen, para ello necesita haber tenido experiencias, ahí podemos adivinar la razón por la que un cachorro de una raza de muestra no realiza esta en su o sus primeras tomas de contacto con caza, necesita de experiencias previas para poder guardar en su cerebro la imagen de una perdiz por ejemplo, aplicada al olor de esta.
Las células olfatorias tienen gran importancia según lo visto, para que os hagáis una idea, un perro puede rondar los 200 millones mientras que en un hombre apenas llegan a los 10 millones. Este número de células también varía en cada raza, pero lo que más puede importar a los cazadores sean las influencias externas, ahora las veremos, pero antes vamos a ver de que forma muestra su olor una perdiz o un conejo.
Un animal, sea el que sea, desprende olor corporal, pero ese olor se va a quedar con él o se disgregará dependiendo de varios factores. Por ejemplo si un conejo está “enmatado” y sin moverse, el olor que desprende se quedará con él rodeándolo, formando una especie de burbuja en cuyo interior se encontrará el conejo.
¿y si hay viento? Entonces, esa esfera se convertiría en una especie de cono, cuyo vértice sería el conejo y la base se iría agrandando pero también disipando en la distancia. (teoría de las corrientes de aire corporales según Syrotuck)
¿y si el conejo se mueve? Tendríamos que añadir al “cono odorífero” visto anteriormente, un depósito en el suelo de partículas odorantes que formarían un rastro.
Si hay demasiado viento las emanaciones se disipan, ese cono al que hacíamos referencia se deformaría, agrandaría y se haría imperceptible. Y mucha gente piensa que a mayor viento mejor cogen emanaciones los perros, la ciencia dice lo contrario.
Visto esto podemos catalogar los olores en dos tipos:
.- Olor atmosférico, que está constituido por partículas o moléculas odoríferas ligeras.
.- Olor de rastro, que está formado por moléculas odoríferas pesadas.
La influencia del viento más o menos la hemos visto, pero ahora que tenemos claro los tipos de olores será fácil deducir que el viento afectará más al olor atmosférico que al olor de rastro, por la sencilla razón de que el primero está formado como hemos explicado por partículas ligeras y el segundo por pesadas, por tanto una ligera brisa alargará lo que antes hemos llamado “cono odorífero” y a nuestro perro le resultará más sencillo de localizar.
¿Y el calor?
Está claro que el calor afecta a nuestros perros, pero no solamente en forma de cansancio físico y sed. El calor hace que se reseque la mucosa pituitaria donde se hayan las células olfatorias, lo cual produce irremisiblemente una disminución de la sensibilidad olfatoria. La temperatura alta modifica tanto la humedad ambiental como la densidad del aire y esto produce variaciones en el desplazamiento de las emanaciones que despide una pieza, se desmorona la teoría del cono odorífero y su desplazamiento.
Como vimos anteriormente hay dos tipos de olores, de emanaciones, el atmosférico y el de rastro, bien, hemos visto que el viento influye de manera diferente en los olores pero ¿y el calor? Como hemos visto el calor afecta al olfato del perro pero no afecta apenas al olor que hemos llamado de rastro, por tanto podemos concluir que las variaciones climáticas afectarán sobre todo al olfato del can y al olor atmosférico pero poco o nada al olor de rastro formado por partículas pesadas.
¿os dais cuenta ahora porqué los perros de muestra en media veda o descastes de verano acaban bajando la cabeza cual sabuesos? No es la primera vez que se oye decir que un perro que baja la cabeza es porque tiene poca “nariz”. Efectivamente, en ese momento y con ciertas condiciones climatológicas el olfato pierde una gran parte de su “poder” real.
¿Existe realmente la nariz de verano? Creo que después de lo visto queda claro que al menos de forma innata NO. La nariz de verano no es más que un puzzle formado por experiencias y por la forma física en la que se encuentre el perro. Yendo al principio del artículo con la anécdota de las divagaciones de mi amigo, nos damos cuenta que la forma física o mejor dicho una buena forma física, unida a una buena adaptación al clima es lo que nos va a llevar a que el perro sea poseedor de esa nariz de verano, sin olvidarnos claro está de la experiencia que ese perro tenga, pero eso es algo más secundario en el caso que nos ocupa.
Me gustaría pensar que ahora que sabéis de que forma funciona el olfato del perro y de que forma le afecta el viento y el calor os toméis más en serio la preparación física de vuestro perro, ya que de nada sirve tener las mejores genealogías, llevar a cabo el mejor de los adiestramientos, tener a nuestra disposición el mejor coto de codornices del mundo, que como dejemos de lado la preparación física de nuestro perro, no habremos conseguido nada.
Remontándome de nuevo a la pequeña anécdota de mi amigo, si recordáis se preguntaba si el celo de su perra le afectaría de alguna u otra forma. Según estudios científicos modernos efectivamente le afecta, pero de forma POSITIVA. Después de varios experimentos, ha quedado demostrado que si a un macho le inyectamos testosterona su sensibilidad olfativa aumenta considerablemente, del mismo modo una perra en época de celo en la cual aumentan de forma natural sus niveles de progesterona, este aumento produce al igual que en el macho una mayor sensibilidad del olfato.
Efectivamente se puede. ¿cómo? De la misma forma que adiestramos en obediencia, creando una asociación de un olor con algo positivo que logre motivar al perro. Con el olfato lo tenemos más sencillo, el perro es un depredador y los mamíferos depredadores utilizan su olfato para buscar el sustento, por tanto la motivación es aquí digamos que natural e intrínseca, no necesitamos más motivaciones que la misma pieza de caza.
Ahora bien, a través del adiestramiento del olfato podemos convertir un perro en especialista, ya que si ponemos al can en contacto con un único tipo de olor conseguiremos que su umbral de percepción disminuya, es decir omita el resto de olores y se centre única y exclusivamente en uno concreto.
También podremos “mantener en forma” el olfato de nuestro perro ¿cómo? Muy simple, poniéndolo en contacto con olores, con piezas de caza, acostumbrándolo a salir no solo a realizar sus necesidades fisiológicas si no también motivándolo porque encuentre, porque huela.
No saldrá al campo de la misma forma el día del desvede un perro que no sale apenas de su perrera o que sale a pasear por la ciudad que un perro que periódicamente sale al campo y olfatea y encuentra. ¿cómo? ¿qué el suyo sale y caza bien sin tanta comedura de tarro? Pues imagínese como lo haría de la otra forma. No seamos como la zorra con las uvas, estas están maduras,...solo tenemos que estirar un poco el brazo coño.
EL MIEDO EN LOS PERROS
Jesús Barroso de la Iglesia
¿Qué es el miedo?
El miedo es una sensación de angustia que conduce a la desconfianza cuando es leve y a la huida o bloqueo cuando es fuerte. El miedo aparece debido a una mala experiencia unida a unas sensibilidades altas, es decir se puede ser propenso al miedo de nacimiento, no miedoso de nacimiento. El miedo es algo que se puede neutralizar, pero no erradicar, ya que se produce debido a que el individuo es propenso y por tanto puede volver en cualquier momento si la asociación no es positiva, si no es la correcta.
¿Es el miedo innato o aprendido?
El miedo para ser innato debe heredarse, pero no es posible ya que para tener miedo es necesario tener una experiencia negativa, ya que el miedo no es más que una alarma que el cerebro lanza para evitar algo. Se llama instinto de evitación con el que todo mamífero superior nace. Bien ¿entonces que se hereda? Se heredan las sensibilidades altas. Quizás sensibilidades auditivas altas, quizás físicas, quizás visuales o puede que un cachorro herede todas las sensibilidades altas. Pero no por eso va a ser un perro miedoso, necesita tener malas experiencias para que el miedo aparezca.
Lo que si puede suceder es que la madre transmita ese miedo a los cachorros ya desde el útero o cuando han nacido y están mamando. Se ha demostrado que si la madre se encoge asustada por un ruido fuerte, los cachorros se asustarán a esos ruidos fuertes igual que su madre porque ella los ha enseñado a asustarse.
Ese miedo que heredan de la madre, no es realmente heredado si no que es aprendido, es imitado.
Problemas
Estos cachorros que nacen con unas sensibilidades altas son candidatos a tener miedos de todo tipo. El más típico es el miedo a los ruidos fuertes que puede desembocar en miedo a los disparos si el dueño de ese cachorro no trabaja bien la iniciación a los disparos.
Por eso insisto tanto en no arriesgar, ¿Cómo consigo no arriesgar con un ejemplar así? Muy sencillo, recurriendo a lo único en este mundo que logra convertir las sensibilidades altas en medias o inclusive bajas, “las motivaciones”.
Y cuando hablamos de motivaciones hablamos de todos los estímulos que sean positivos para el cachorro. Por ejemplo si tenemos el perro en casa o en el canil, nuestro perro es de sensibilidades altas y no le gusta la correa y le va a coger miedo por lo que luego nos resultará imposible adiestrar. Bien, necesito una motivación para que asocie la correa a algo positivo y las sensibilidades físicas bajen; la comida puede ser un buen medio si es tragón, las salidas del canil o de nuestra casa les motivan bastante, aprovechemos esos momentos y no hagáis como hace mucha gente que atrailla cuando los va a recoger, por favor, las asociación es negativa, correa es igual a fin de fiesta.
¿Cómo bajar esas sensibilidades para iniciar a los disparos? Con caza, que huelan caza, que persigan caza, pero durante varios días o semanas, el tiempo nos lo dirá cada ejemplar y nos dirá el momento justo para disparar al aire mientras persigue lejos ya esa codorniz, bien emplumada, que le pusimos con 6 o 7 meses, antes olvidarse de la granja. A partir de los 6 meses el oído interno se considera formado, es a partir de ese momento cuando podemos ponerle el beeper, nunca antes por favor ya que os arriesgáis a crear una lesión de por vida en el oído al cachorro.
Un error muy típico que comete mucha gente es habituar sin asociación, por el mero hecho de que escuche ruidos fuertes. Sacan a los cachorros con 3 o 4 meses y se lían a dar cacharrazos contra el suelo sin venir a cuento. Eso no sirve de nada amigos, si lo hacemos justo antes de darles de comer, sirve de mucho porque creamos una asociación positiva, ruido fuerte es igual a comida.
¿Cómo habituar al beeper y evitar que el miedo aparezca? Asociándolo con algo positivo, se le puede empezar a poner a ratos mientras come, al sacarlo o poniéndoselo a otro perro y que lo vea mostrar y perseguir codornices junto a él. Cualquier forma en que evitemos una mala experiencia y que produzca miedo será correcta.
Bien, vale, nunca tuve que tomar esas precauciones y nunca tuve problemas, podéis pensar alguno. Estamos hablando de perros que nacen con tendencia a tener miedo, es decir sensibilidades altas que pueden producir miedo a algo si la asociación no es positiva, es simple.
¿Pueden aprender a ser miedosos los perros?
No, realmente no, pero es una forma de hablar coloquial entre los “perreros”. Queremos decir que un perro puede darse cuenta de que a través de demostrar miedo logra ciertos beneficios: Se libera de la presión, otros perros no le atacan o cesan de acosarlo…
Podríamos decir que son señales de calma llevadas al máximo de su expresión para lograr que lo dejen tranquilo.
Para llegar a comprender todo correctamente no viene mal refrescar la memoria con algunos fundamentos elementales como la ley de conducta animal que el psicólogo norteamericano Thorndike promulgó a principios del siglo XX y rezaba : “Cualquier conducta premiada, tiende a repetirse y cualquier conducta castigada, tiende a erradicarse o a desviarse hacia otra”
Veamos un ejemplo: Los cachorros de mes y medio juegan entre ellos y comienzan a forjarse los roles familiares o de manada. Hay cachorros que nacen más dominantes y otros más sumisos, más sensibles y menos sensibles. Es el eterno debate, la unión de carácter y sensibilidades, que según el emparejamiento tendremos toda una serie de conductas en un futuro más o menos predecibles.
Bien, esos cachorros juegan y se muerden, ruedan buscando mantener la posición y dominar a su hermano dependiendo de su tendencia claro. Los hay que rehusarán la lucha en cuanto el juego se pone brusco y los hay que se enfadarán más si les causan daño, todo va a depender del carácter y de las sensibilidades, insisto.
Pero hay a veces, que algunos cachorros sin atisbos de dominancia se dan cuenta, es decir, aprenden a través de una asociación simple, que al sufrir dolor por el mordisco del hermano y chillar, su hermano cesa el ataque de forma automática. ¿Qué ha pasado? Los perros vienen de fábrica con sus cerebros programados como si fuesen chips electrónicos, a no apretar con la boca si escuchan chillar. Hay una teoría que cree que esto es así para evitar que la madre mate a algún cachorro mientras mama, al excederse en el castigo que les inflige si le hacen daño con sus dientes recién salidos.
La asociación ha calado hondo en ese cachorro, cómo cualquier conducta premiada tiende a repetirse, y para ese cachorro que le dejen en paz es un premio, no dudará en comenzar a chillar en cuanto otro perro le agobie. ¿Cuál es el problema? El problema es que estas conductas, llamemoslas atípicas o anómalas, suelen traspasar las relaciones intraespecíficas y llegar a mostrarse en la relación con los humanos.
De esta forma nos podemos encontrar con ejemplares y de hecho nos encontramos, que a la menor presión a la que los sometamos se ponen a chillar como si los matasen. Lo sujeto para cepillar, revisar espigas en patas o cualquier acción que no les resulte agradable y chillarán porque así aprendieron a librarse cuando eran cachorros. El problema es que al escuchar el chillido, nosotros solemos responder soltando asustados su pata o lo que estemos haciendo, “pobre le hice daño” , pensamos, y sin quererlo estamos reforzando esa conducta, estamos logrando que se repita.
Adiestramiento
Llegada la edad idónea de ponernos a trabajar con nuestro perro, nos vamos a encontrar con muchos problemas debido a lo que estamos viendo en estas líneas.
Tenemos entre manos un ejemplar tremendamente inteligente, pero cuidado, que eso no quiere decir que tenga buena capacidad de aprendizaje, aprende lo que a él le gusta y siempre que no le someta.
Bien, teniendo esto en cuenta lo tenemos fácil, vamos a recurrir a condicionamientos en positivo, clicker y abundancia de premios y problema resuelto ¿no? Bueno hasta cierto punto si, pero debemos recordar que se trata de un ejemplar perteneciente a una raza de caza y que tenemos intención de utilizarlo para cazar, por tanto cuando entren en escena las motivaciones típicas de la caza, ya sabemos todos que los premios no funcionan, que por muy bien que tengamos enseñado a nuestro perro, la presencia de ese conejo o el bando de perdices lo van a convertir en sordo de forma espontánea ¿verdad? Es lo que en su día llamé “metamorfosis del perro” y teniendo al perro con una buena obediencia básica, podremos empezar a consolidar esta con la presión necesaria ante tanta motivación cómo se nos presenta.
Es decir, utilizo presión con la correa para trabajar y fijar, quieto, muestra, guía y patrón, por este orden y siempre que necesitase este trabajo, hablamos en sentido figurado. ¿qué va a ocurrir? Que ante la presión de la correa, aunque sea leve, el ejemplar que tenemos entre manos chillará, lo aprendió de cachorro y nosotros hemos reforzado esa conducta cada vez que lo cepillábamos o quitábamos espigas de sus patas. No debéis hacer caso, es una trampa, hay que sacarlo de ese estado, dar un jalón con la correa y corregirlo para inmediatamente premiarlo con comida y el ya condicionado “muy bien”.
Mucho cuidado que he visto ejemplares entrar en estado de locura al comprobar que su artimaña no funciona, saltar igual que cabras, retorcerse,…siempre chillando como si en verdad sufriesen algún dolor, solamente debemos aguantar y esperar y en ese momento en que se calman premiar esa calma, muy bien + comida y seguir, nunca cesar el ejercicio porque si no estaremos reforzando esa conducta de defensa.
Lo siguiente suele ser un bloqueo, ya no hay chillido o será leve, bien, se le saca de ese bloqueo a base de leves tironcillos con la correa o si nos viene bien para trabajar el quieto en ese momento, aprovechamos esos bloqueos y le premiamos (siempre que haya habido previa orden de quieto, nunca que se bloquee por su cuenta premiaremos, ojo con eso), todo va a depender de cada momento y de lo que estemos trabajando.
Imaginar lo que puede suceder con este tipo de ejemplares si nos ponemos a usar el collar de impulsos a las primeras de cambio, sin este paso intermedio necesario, no me canso de recordaroslo. Pues un desastre, comenzaría la típica frase lapidaria “con este perro no se puede usar el collar de impulsos” o “el collar ha estropeado a este perro”. No es verdad, el collar no estropea, es el que aprieta el botón el que estropea, por no haber tenido en cuenta nada de lo que hay que tener en cuenta, entre otras cosas, todo esto que hemos estado viendo, el miedo aprendido.
El mayor error que podemos cometer es adquirir un cachorro poco antes del desvede general. Comenzamos a contar rápidamente que edad tendrá para el día que se abra la veda,...ummm muy joven, bueno para diciembre ya tendrá 7 meses, a ver, a ver,... si creo que en diciembre o los últimos días de enero lo podré sacar, este es un futuro campeón ¡seguro!
¿No os ha pasado nunca esto? Seguro que si, es normal, es bueno tener ilusión, tener buenas expectativas, pero hay que tener presente la realidad, ese perro que tenemos en la perrera o en casa esperando el gran día es UN CACHORRO y como tal debemos exigirle, es decir nada. Teniendo esta premisa clara como el agua de manantial no habrá problema alguno, pero “claro” también es el hecho de que en esta sociedad actual somos presos de las prisas, y esa prisa se contagia a cualquier actividad. En adiestramiento o en caza, las prisas son malas consejeras, hay que desecharlas. De eso precisamente va a tratar este artículo.
Pasados ya unos meses desde el cierre de la veda y ya en los albores de la primavera parece que nos vuelven las ganas de salir de nuevo al campo con nuestros perros. Es bueno perrear siempre que tengamos cuidado de no perjudicar ni entorpecer la cria de los animales que en estos momentos hacen sus nidos. A los perros les viene muy bien esas salidas para mantener su tono físico, mental y para mantener su olfato, si, el olfato también es algo que debe entrenarse, mantenerse.
Hace tiempo leí un artículo que decía que el cazador español se gastaba de media unos 1.200€ en la compra de una escopeta. No tengo la misma estadística sobre la compra de perros, pero me atrevería a decir que de media se gasta unos 250€ en la compra de un cachorro. El ejercicio de la caza en mano está formado de forma unívoca por un binomio de escopeta y perro. Entonces ¿Por qué esta desproporción? ¿Es 6 veces, si atendemos al gasto medio, más importante la escopeta que el perro?
Bird Dog es una prueba de caza que pese a ser en España una prueba joven, en Estados Unidos y otros países suramericanos como México, tiene gran tradición y multitud de seguidores. Las pruebas de Bird Dog son desarrolladas por personas sin ningún tipo de interés más que su ilusión y pasión por los perros de caza y los perros de muestra.
La caza de la becada se realiza por normal general en montes o bosques con espesa vegetación que en la mayoría de los casos nos impide ver la posición de nuestro perro. Por este motivo, desde hace años, los cazadores de becadas, y también, de forma general, aquellos que cazan en zonas con mucha maleza, utilizan ciertos accesorios para facilitar la localización de sus perros, principalmente cuando estos entran en muestra al localizar una arcea o chocha.
En la cultura cinegética todos hemos oído en alguna ocasión en alguna tertulia o charla entre cazadores, “voy a sacar al cachorro con tal o cual perro a ver si aprende”.
El tema del perro maestro, o mejor dicho, esta creencia popular y bastante arraigada del perro maestro, no podía dejarlo en el tintero al tratar sobre la inteligencia canina y sus formas de aprendizaje. Quiero dejar claro que solo es eso, una creencia para enseñar a un cachorro, basándose en que este acompañe a un perro adulto experimentado para que aprenda de él.
Siguiendo con nuestros artículos sobre el aprendizaje de los perros y después de los artículos “Como aprenden los perros” y “Aprendizaje por asociación en los perros” en este segundo artículo sobre la asociación y el condicionamiento, repasaremos con ejemplos claros el condicionamiento y veremos como la capacidad de memorizar y retener experiencias de nuestros perros influye en su aprendizaje